El movimiento
obrero durante la Restauración.
Los grupos que tradicionalmente habían detentado el control sobre las clases más deprimidas emprenderán también durante esos años algunas medidas.Así, por ejemplo, por iniciativa de M. Arboleya y el obispo Martínez Vigil, se fomenta el Catolicismo Social que emanaba de la encíclica Rerum Novarum de León XIII. En ciertos sectores de la burguesía se emprenden medidas encaminadas a la fundación de centros de enseñanza destinados tanto a adultos como a jóvenes: Universidad Popular, Ateneos, etc.
Pero la clase obrera asturiana ya desde los primeros años del siglo XX toma conciencia y participará en los conflictos que estallan en 1901, 1903 y 1906 en Gijón, La Felguera o Mieres. Todos ellos terminan en fracaso lo que provocará que la Unión General de Trabajadores (UGT) pierda 5/6 de sus afiliados.
A pesar de ello a los pocos años, en 1910, en Gijón el movimiento anarquista aglutina a 4.500 afiliados y los socialistas a unos 3.200; mientras que en Oviedo los afiliados socialistas suponen un 72% con 1.200 obreros.
En este año es fundado por Manuel Llaneza el Sindicato Minero (SOMA) que alcanza en dos años los 12.000 afiliados. El sindicato, en la misma línea que otros movimientos socialistas combina las negociaciones con las huelgas, lo que le permite alcanzar importantes conquistas sociales.
Además participa en actividades políticas, ocupando ya desde la alianza entre republicanos y socialistas concejalías en muchos municipios entre ellos Oviedo y Gijón en 1909. En el campo surgen también asociaciones, como por ejemplo la Unión de asociaciones agrícolas de Asturias que a partir de 1911 se convertirá en la Federación Agrícola Asturiana.
Con la Primera Guerra Mundial, a pesar del dinamismo que provoca en ciertos sectores, tanto socialistas como anarquistas coinciden en la necesidad de llevar a cabo movilizaciones y protestas a causa de la subida de precios, las malas cosechas o la falta de abastecimiento. Los conflictos de 1917 serán duramente reprimidos, especialmente en las zonas mineras.
Durante los siguientes años el Sindicato Minero consigue algunas mejoras laborales: reducción de la jomada laboral, subidas de salarios (aprovechando la reactivación del sector minero por la huelga de los mineros ingleses).
El triunfo de la revolución rusa agravará aún más la situación al desencadenarse un debate interno entre los socialistas de si incorporarse a la III Internacional (convocada por los comunistas rusos) o seguir fieles a la II Internacional socialista. Un sector, entre ellos el antiguo dirigente de la FSA Isidoro Acevedo, abandonará el partido. Los afiliados del Sindicato Minero que le siguen son expulsados del SOMA y formarán el "Sindicato Único de los Obreros Mineros de Asturias" (SUM).
Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, el Sindicato Minero al igual que el Partido Socialista pactará, ofreciendo su colaboración y apelando a la negociación a cambio de mantener intacta su organización. Los comunista y anarquista, entre tanto, no estarán dispuestos a la colaboración por lo que serán vigilados y su sindicato suspendido en 1924. Al final de la Dictadura, el descontento es general, incluso en el Sindicato Minero que ve como el número de afiliados en 1920 de 20.000 se reduce a 3.000 en 1928.
Los comunistas y cenetistas salen de la clandestinidad y su sindicato llega a 9.000 afiliados. En estos años Manuel Llaneza será sustituido por González Peña en la dirección del sindicato.
La Revolución de octubre.
En 1934 Asturias vivió el ensayo general de lo que después sería la Guerra Civil Española en la llamada Revolución de octubre. Toda Asturias y en particular Oviedo y periferia sufrió una convulsión social generada desde las cuencas mineras del Nalón y el Caudal. El Sindicato Minero Asturiano, y el periódico socialista de Oviedo Avance lograron unir bajo el Frente Único Obrero a distintas fuerzas sociales. Éstas, movilizadas bajo la consigna U.H.P. (Unión, Hermanos Proletarios) iniciaron la sublevación con el apoyo de un barco clandestino cargado de armas que llegó a San Esteban de Pravia.
Los sublevados tomaron los barrios de Oviedo próximos a la carretera de la cuenca y parte del casco antiguo (San Lázaro, Campomanes, el Fontán, la plaza del Ayuntamiento, y la de la Escandalera). La guarnición de la ciudad apoyada por algunos civiles se protegieron en zonas del centro de la ciudad. Tras cinco días de lucha y con la proximidad de refuerzos militares, los sublevados se retiraron después de dinamitar la Cámara Santa de la catedral, situando la dinamita en la cripta de Santa Leocadia, de incendiar el teatro Campoamor, la Universidad y varios edificios civiles.
Tras el triunfo electoral de la izquierda en febrero de 1936 muchos de los presos de la sublevación fueron amnistiados y en julio de 1936 varios mandos del ejército se levantaron contra el gobierno salido de las urnas.