Las sirenas (en griego antiguo, ΣειρήνSeirến, ‘encadenado’,
relacionado quizá con el sánscrito Kimera, ‘quimera’) son seres fabulosos,
originarios de la mitología griega y ampliamente extendidos en las narraciones
fantásticas de la literatura occidental, cuya función y representación han
variado con el tiempo.
Aunque en su forma original eran genios marinos híbridos de
mujer y ave, posteriormente la representación más común las describe como
hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas. Es por ello que muchas
lenguas no latinas distinguen la sirena original clásica (inglés siren, alemán
Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemán meerjungfrau).
Sirenas de la mitología griega.
En el marco de la mitología griega, las sirenas son
criaturas ligeramente difusas debido al remoto y rico trasfondo de su origen,
probablemente ligado al mundo de los muertos. Según los mitos originales se
trataba de seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, que
inequívocamente se distinguen siempre por el hecho tener una voz musical,
prodigiosamente atractiva e hipnótica. La tradición las hacía habitar en una
isla del Mediterráneo frente a Sorrento, en la costa de la Italia meridional
(en ocasiones se alude concretamente a Capri).
El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su
mención en la Odisea de Homero. Sin embargo, ya figuraban con la citada forma
en las representaciones artísticas más antiguas de Grecia, muchas de las cuales
son monumentos y ofrendas funerarios. Se deduce así su presumible vínculo con
el otro mundo, unido al frecuente uso iconográfico de los seres alados para
representar a los espíritus de los difuntos.
Si bien es un tema que sigue siendo objeto de debate entre
los expertos, parece plausible que, en un principio, los griegos hubieran visto
a las sirenas como las encargadas de transportar las almas al Hades (función
que posteriormente acabaría asumiendo el dios Hermes en su papel de
psicopompo).
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Distintos relatos las hacen descender de los dioses
fluviales Aqueloo o Forcis, sea sin intervención femenina o con la de las musas
Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionadas con el canto y el baile. Su
número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los nombres
registrados incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras
aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva),
Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para
el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como
un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta).
Figuran en algunos episodios míticos, muchas veces con
reminiscencias de su antiguo papel como deidades ctónicas de la otra vida.
Algunas versiones narran que acompañaban a Perséfone cuando fue raptada por
Hades, y que su apariencia bestial fue el castigo impuesto por Deméter por no
proteger a su hija del dios del inframundo. En otras, el cuerpo alado es un don
de Zeus para permitirles perseguir al raptor, y aún en otras es una pena
impuesta por Afrodita por resistirse a la voluptuosidad o por envidia de su
gran belleza.
También se cuenta que las sirenas perdieron sus plumas como
castigo por retar a las Musas a una competición de canto que perdieron, y que
cuando Orfeo y Ulises se resistieron al efecto de sus voces se arrojaron al
mar, convirtiéndose en escollos o pereciendo. En esta última versión, el
cadáver de una de ellas, Parténope, fue arrastrado por las olas hasta la orilla
y en torno a su sepulcro se fundó la actual Nápoles.
Citas Célebres:
“Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado".
"Un amigo fiel es un alma en dos cuerpos".
"El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo".
"Una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo".
"El mejor fuego no es el que se enciende rápidamente".
"Puedes llegar a cualquier parte, siempre que andes lo suficiente."
"Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo".
"La justicia te proporcionará paz, y también trabajos".
"La ventaja se la lleva aquel que aprovecha el momento oportuno".
"El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras".
“Todas las cosas son imposibles, mientras lo parecen".
"La brevedad es hermana del talento".
"Nunca se va tan lejos, como cuando no se sabe dónde se va".
"Buscad leyendo y halláreis meditando".