Restos de paganismo celta y megalítico.
Aunque los primeros testimonios cristianos de Asturias datan
del siglo V la verdadera progresión del cristianismo en Asturias sólo tuvo
lugar a partir de mediados del siglo VI, cuando toda una serie de anacoretas,
como Santo Toribio de Liébana y otros monjes pertenecientes a la orden de San
Fructuoso de Braga, se fueron asentando en territorios de la cordillera
Cantábrica e iniciaron la predicación de la doctrina cristiana entre los
lugareños.
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El folclorista asturiano Constantino Cabal fue el que
sostuvo por vez primera la existencia de parentesco etimológico, hoy generalmente
aceptado por los filólogos, entre el vocablo latino diana, que menciona la cita
de San Martín de Braga, y el asturiano xana, que designa a la conocida criatura
de la mitología asturiana: ello podría indicar la existencia de una cierta
continuidad entre la antigua religión astur y las creencias míticas presentes
en la actualidad en las zonas rurales de Asturias. No en vano el arroyo que
brota del santuario de Covadonga lleva aun hoy el nombre de la antigua diosa
celta Deva, a cuyo culto estaba consagrado el lugar antes de su cristianización.
Según otros autores, deva es una palabra céltica e indoeuropea que significa
simplemente diosa, por lo que sería posible que tras esta denominación se
escondieran otras divinidades femeninas como Navia o Briga. En todo caso, Deva
era una advocación que, según la opinión de renombrados historiadores,
etnólogos y filólogos, gozaba de gran predicamento en época precristiana, tal y
como testimonian topónimos como La Isla de Deva (en Castrillón) o el pozo del
Güeyu la Deva (Gijón). De la primera se dice aun hoy que vienen las niñas que
nacen en el territorio de dicho concejo. Del Güeyu la Deva, que sus aguas rojas
no son más que la sangre de los moros derrotados en la batalla de Covadonga.
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Según la lápida encontrada en la tumba de Favila, la iglesia
fue consagrada en el año 738 por un personaje llamado Asterio, al que se
califica de vate, palabra latina que quiere decir 'adivino, profeta', y que
tiene cognados en las lenguas célticas, como el gaélico irlandés oaith, que
designaba a aquellos bardos que realizaban profecías y adivinaciones (por
ejemplo, el mago Suibhne, equivalente irlandés de Merlín). Esta terminología
contrasta con la que encontramos en los textos cristianos más comunes, donde se
suele designar a los sacerdotes con el término presbyterus (del griego
Πρεσβυτερος, 'hermano mayor').
En tal sentido, no está de más recordar que la
cristianización de Asturias se llevó a cabo por vías no demasiado ortodoxas: el
Parroquial Suevo atribuía a la sede de los bretones las parroquias existentes
en el territorio asturiano, por lo que es probable que las primitivas formas de
cristianismo usuales en Asturias no difirieran demasiado de las existentes
entre las iglesias celtas de las islas Británicas, entre ellas la tonsura de
sus monjes, que por sus reminiscencias paganas fue condenada por el IV Concilio
de Toledo. Quedan hoy en día en Galicia numerosas leyendas pías relativas a
religiosos que viajaron por mar hasta las costas del Paraíso, como por ejemplo
San Amaro, Trezenzonio o Ero de Armenteira: leyendas que guardan enormes
paralelismos con las historias de San Brandán el Navegante, San Maclovio de
Gales o los imramma irlandeses. Por otro lado, lo cierto es que el paganismo
influyó incluso en las prácticas de la Iglesia Católica en Asturias: no era
infrecuente que los sacerdotes participasen en los conjuros para impedir la
llegada del Ñuberu a una determinada parroquia, y en la figura de los freros se
conservan los últimos vestigios de la poesía mitológica en la Asturias
tradicional.
El proceso de cristianización fue fomentado por los reyes de
Asturias, que a diferencia de los monarcas de la Inglaterra pagana (como Penda
de Mercia), de la Irlanda gaélica (Conn el de las Cien Batallas) o la Sajonia
del siglo VIII (el duque Witikindo), no cimentaron su poder sobre las
tradiciones religiosas indígenas sino que tomaron sus mitos fundacionales de
los textos de las Sagradas Escrituras cristianas (particularmente del
Apocalipsis, y de los libros proféticos de Ezequiel y Daniel) y de los textos
de los Padres de la Iglesia.
Citas Célebres:
“Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente
llega a sospechar de la maldad de los otros.”
“La probabilidad de hacer mal se encuentra
cien veces al día; la de hacer bien una vez al año.”
“El mundo no está en peligro por las malas
personas sino por aquellas que permiten la maldad.”
“Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es
que no todos ignoramos las mismas cosas.”
“Tres clases hay de ignorancia: no saber lo
que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera
saberse.”
“Nadie se desembaraza de un hábito o de un
vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera,
peldaño a peldaño.”
“Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan
como huéspedes y se quedan como amos.”
“La gente, en general, soporta mucho mejor que
se hable de sus vicios y crímenes, que de sus fracasos y debilidades.”
“La violencia es el miedo a los ideales de los
demás.”
“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.”
“Desconfío de la incomunicabilidad; es la
fuente de toda violencia.”
“Estaba furioso de no tener zapatos; entonces
encontré a un hombre que no tenía píes, y me sentí contento de mi mismo.”
“Más vale feo y bueno que guapo y perverso.”
“Una buena acción es una lección insolente
para los que no tienen el valor de ejecutarla.”
“Así como el hierro se oxida por falta de uso,
también la inactividad destruye el intelecto.”
“Siembra un acto y cosecharás un hábito.
Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un
destino.”