jueves, 10 de marzo de 2016

CONCEJOS ASTURIANOS: CONCEJO DE NOREÑA

Señorío de los obispos
Así, el señorío de Noreña pasaba a los obispos de Oviedo, quienes ejercieron la jurisdicción, nombrando sus justicias o alcaldes, y residiendo en el castillo algunas temporadas. El 31 de mayo de 1384 se hace escritura pública de la división de los territorios de Noreña entre el Cabildo y el Obispado. Hacia 1393 tiene lugar la última rebelión, ya aludida, del conde don Alfonso, quien huyendo de la prisión en que se hallaba confinado llegó a Asturias recuperando por la fuerza el señorío de Noreña. Fue derrotado por Enrique III en 1394, siendo devuelto el señorío a los obispos de Oviedo.
Las autoridades nombradas por los obispos tuvieron diferencias y pleitos con los del concejo llegando en ocasiones a la violencia, como se desprende de una cédula dirigida por Fernando el Católico al corregidor del Principado, Fernando de Vega, en 1514. Durante el obispado de Diego de Muros (1512 - 1524) una violación del derecho de asilo en la iglesia de San Vicente de Oviedo por el corregidor de Asturias, Pedro Manrique de Lara, ocasionó un grave incidente en el que se vio directamente envuelta la villa de Noreña: los subordinados del corregidor prendieron a un delincuente que se hallaba acogido al derecho de asilo en la iglesia de San Vicente de Oviedo y Diego de Muros obligó a que el delincuente fuese restituido a dicha iglesia, imponiendo al corregidor como penitencia por haber quebrantado el derecho de asilo, la asistencia a una misa, sosteniendo en las manos, mientras la oía, una vela encendida. Esto irritó de tal modo al corregidor que no solo desobedeció la penitencia, sino que envió al instante a un alguacil acompañado de más gente y un lebrel a buscar al refugiado que a la sazón se hallaba oyendo misa; lo sacaron de allí por la fuerza y como protestase, soltaron al perro que mordió en el cuello y en un brazo, y por último le ahorcaron sin atender sus peticiones de confesión. Según relato del obispo al Real Consejo de Castilla, el corregidor hizo pregonar calumnias contra él, prohibió bajo penas graves que alguien entrase en su casa y que le llevasen provisiones, que se celebrase el mercado en Noreña, villa de su señorío, y por último le conminó a que saliese de la ciudad y del obispado, condenándole a comparecer personalmente ante la Corte, medida ésta que usurpaba la autoridad real, ya que solo los monarcas podían tomarla. El obispo apeló contra estas órdenes abusivas, pero el corregidor reunió gente armada y le atacó en su propio palacio y aún en la propia iglesia catedral, por lo que el obispo huyó a Noreña para refugiarse en su fortaleza. El corregidor mandó publicar un pregón en el que decía que ninguna persona fuese con el obispo de Noreña bajo pena de muerte y pérdida de todos los bienes; que no fuese tampoco ningún clérigo a aquella villa, y que nadie llevase allá cosas de comer, pues el Prelado y muchas personas eclesiásticas y seglares estaban rebeladas y encastilladas en la dicha fortaleza. Con el corregidor fueron a atacar el castillo de Noreña, Lope de Miranda, Ibán Bernaldo de Quirós y Gutierre Bernaldo de Quirós, Gonzalo de Argüelles, Bernardo de Estrada y Alonso Pérez de Valdés, que capitaneaba a los de Gijón. Se llevaron también a las bombardas de Avilés con las que se hizo fuego sobre el castillo. El asedio, que duró tres días, finalizó con la rendición del obispo. Nombrado pesquisidor el licienciado Carreño, le fue entregada la fortaleza; pero el corregidor, incumpliendo lo acordado, hizo que sus gentes la asaltasen y saqueasen, maltratando a los allí refugiados y encarcelando a algunos. El corregidor fue llamado a Flandes, para dar cuenta al Rey, cayendo en desgracia de éste. Don Manrique murió, excomulgado en Perpiñán, y aquellos que le habían secundado hubieron de hacer penitencia yendo desde la iglesia de San Francisco a la Catedral, con los pies descalzos y con velas encendidas en las manos, donde el obispo les absolvió.
El siglo XIX
Durante la guerra de la Independencia, los franceses entraron por primera vez en Noreña el 23 de mayo de 1809. En la lucha de guerrillas alcanzó renombre un tal Fombella, zapatero de profesión, que al frente de una numerosa partida hostigaba a los convoyes del ejércto francés en territorio de Siero.
Por Decreto de diciembre de 1826, desaparecieron los cotos jurisdiccionales de señorío, y Noreña, que lo era del obispo de Oviedo, pasó a formar parte del municipio de Siero, desde el 1 de enero de 1827 hasta finales de 1833, en que se hizo independiente, con los sotos que le pertenecían, todos separados del núcleo de mayor población de aquel Ayuntamiento y dentro del territorio de Siero. En el año 1826, los obispos de Oviedo dejaron de desempeñarlas funciones propias como Condes de Noreña (nombrando Alcaldes, administrando Justicia), aunque siguieron ostentando el título con carácter honorífico hasta que el Obispo/Conde Monseñor Francisco Javier Lazurica y Torralba, que había tomado posesión en 1949, asumió el Decreto Vaticano 12-V-11951. Él y los Arzobispos/ Condes que le sucedieron dejaron de hacer ostentación del título nobiliario de Condes, no acudiendo a tomar posesión del Condado que les pertenece y prescinden de tal símbolo en sus sellos, insignias y armas, aunque el Condado de Noreña sigue perteneciendo a la Sede Episcopal, hoy Arzobispal.
Durante el siglo XIX, Noreña destacó como un importante centro industrial en el centro de la región, tanto dentro del tradicional sector de la alimentación (cárnicos), como en las industrias complementarias de ésta, el tratamiento del cuero y la fabricación de zapatos, con varias fábricas "modernas" asentadas en el concejo, y una producción que se exportaba fuera del Principado.
La epidemia.

El 20 de agosto de 1834, el facultativo titular de Noreña, al día siguiente otro residente en Siero, y unos días más tarde otro enviado por la Junta Superior de Sanidad de la provincia, declararon que la región se hallaba afectada por la epidemia del cólera. En Noreña, con una población aproximadamente de 300 vecinos, perecieron por el cólera 178 personas entre el 21 de agosto y el 27 de octubre. El concejo fue de nuevo azotado por el cólera en 1855; en esta ocasión fallecieron 116 personas entre los días 1 de septiembre y 28 de octubre. Para evitar el contagio de Siero se estableció un cordón sanitario que motivó graves altercados con estos vecinos. Para poder abastecer, el alcalde de Siero, dispuso un mercado bien repleto en la Campanica y el dinero se metía en jarras o platos con vinagre para evitar el contagio.

Citas Célebres:
“La violencia no es fuerza sino debilidad, nunca podrá crear cosa alguna, solamente la destruirá.” 
"Ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil.” 
“El silencio es el único amigo que jamás traiciona.” 
"Nunca conseguirás seguir adelante si siempre piensas en la venganza.” 
"La verdad siempre sale a flote como la gota de aceite en el vaso de agua.” 
"Se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar.” 
“La mujer tiene un solo camino para superar en méritos al hombre: ser cada día más mujer.” 
“Teme al hombre de un solo libro.” 
"Hay dos maneras de difundir la luz: siendo la vela o siendo el espejo que la refleja.” 
"Hagamos que los acontecimientos contra los cuales nada podemos, no puedan nada contra nosotros.” 
“El mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.” 
“Solo puedes proteger tus libertades protegiendo las de los demás. Sólo puedes ser libre si yo lo soy.” 
“Cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua.” 
"Nunca creí que pudiéramos transformar el mundo, pero creo que todos los días se pueden transformar las cosas.” 
“El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad.” 

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