Villa de
Castropol.
La capital del
concejo se asienta sobre un promontorio en la orilla oriental de la Ría de
Ribadeo. Fue fundada como puebla (Pola de Castropol) a comienzos del siglo XIV
por el obispo de Oviedo, en un lugar estratégico que sin duda había sido ya
asentamiento humano desde tiempos prerromanos.
Vivió Castropol
su época más brillante en los siglos XVIII y XIX, alcanzando una cierta
importancia comercial, administrativa e incluso marítima, patente esta última
en los astilleros de la ensenada de la Lieira, activos durante más de tres
siglos. Ya entrado el XX sin embargo, absorbida la capitalidad comarcal de
facto por sus vecinas Vegadeo y Ribadeo, se sumió Castropol en una creciente
crisis económica y demográfica; crisis de la que sólo ha empezado a salir en
los últimos lustros, gracias principalmente al auge del turismo y las estancias
vacacionales, y más recientemente al polígono industrial abierto en Barres.
Fue en la primera
mitad del siglo XX cuando una serie de literatos -entre ellos Luis Cernuda en
su relato En la costa de Santiniebla (1937)- dieron en inspirarse en Castropol,
con su nombre real o bajo el disfraz de uno ficticio, para reflejar un pueblo
tétrico y solitario, azotado por gélidos temporales y vientos que enloquecen a
sus escasos y fantasmales habitantes. Entre realidad y ficción, ese tópico de
un Castropol triste, misterioso y casi deshabitado perduró durante varias
décadas; y el programa de los "Festejos en honor de Nuestro Excelso Patrón
Santiago Apóstol" de 1964 lo asumía desafiantemente: "Al turista
superficial que pasa por los lugares sin enterarse de nada, que necesita ruido
de altavoces, bullicio de gente y luces de Neón para llenar un vacío interior,
poco será lo que le diga Castropol. [...] Los turistas de este tipo es
preferible que sigan de largo."
El militar Pedro
Bermúdez de Santirso (siglo XVI), el químico, polígrafo y Rector de la
Universidad de Barcelona, José Ramón Fernández de Luanco (1825-1905), el marino
Fernando Villaamil (1845-1898), el ya citado político e indiano Vicente
Loriente (1859-1939), el profesor y ensayista Pedro Penzol (1880-1965) y el
poeta Pedro G. Arias (1892-1980) figuran entre los castropolenses más
preclaros; mientras que ha sido el deporte del remo, con los repetidos éxitos
nacionales e incluso internacionales del Club de Mar de Castropol, fundado en
1949, lo que ha hecho que el nombre de Castropol haya aparecido numerosas veces
en los medios de comunicación, y que la villa haya sido sede en varias
ocasiones de Campeonatos de España de Remo y todos los años de una regata de
traineras ya clásica: la Bandera Príncipe de Asturias.
En el año 1997 la
villa de Castropol recibió el Premio "Pueblo Ejemplar de Asturias",
otorgado por la Fundación Príncipe de Asturias, en atención a que
"Castropol, villa y capital del concejo de su nombre, ha sido desde
siempre un ejemplo de respeto a las mejores tradiciones ilustradas de Asturias,
pero también referencia a unas formas de vida colectiva cuyas características
se han proyectado sobre un grupo humano vital y despierto. Esta comunidad ha
mantenido vivo el respeto hacia el patrimonio cultural que le fue legado
históricamente, a la vez que ha puesto en marcha iniciativas de la más alta
significación". El Premio fue entregado por S.A.R. el Príncipe Don Felipe
en el curso de su visita a Castropol en octubre de dicho año.
En el año 2004 el
Conjunto Histórico de la Villa de Castropol fue declarado oficialmente Bien de
Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español.
Citas Célebres:
“Es más
fácil hacer leyes que gobernar.”
"Todo
hombre sabio ama a la esposa que ha elegido."
“A veces,
cuesta mucho más eliminar un solo defecto que adquirir cien virtudes.”
“La
tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada
necesita menos esfuerzo que estar triste.”
"Así es
el exilio, lanza a la gente a los cuatro vientos y después resulta muy difícil
reunir a los dispersos."
“En este
triste país, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal,
después ya no le dejan hacer zapatos.”
“Sólo el que
sabe es libre y más libre el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar,
sino dad alas.”
"Los
hombres honrados no temen ni a la luz ni a la oscuridad."
“Donde todos
sirven para todo, nadie sirve para nada.”
“Las fatigas
de la vida nos enseñan únicamente a apreciar los bienes de la vida.”
“Estamos
obligados a luchar enérgicamente contra todos los eventuales gérmenes de odio
colectivo.”
“Comúnmente
sólo apreciamos el valor de una cosa después de haberla perdido.”
“No hay un
solo error que no haya tenido sus seguidores.”
“No cedas
frente a los malvados, sino opónte a ellos ardientemente.”
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