Durante los reinados de Silo y de Mauregato se sentaron las
bases de la cultura del Reino de Asturias y de la España cristiana de la Alta
Edad Media. En este periodo aparentemente anodino, en el que los reyes de
Asturias se sometieron a los dictados de los emires cordobeses, vivió Beato de
Liébana, que es probablemente la mayor figura intelectual del Reino de
Asturias, y cuya obra dejó una huella imperecedera en la cultura cristiana de
la Reconquista.
Los soberanos andalusíes gustaban de integrar en sus harenes
a mujeres de piel clara procedentes del Norte de España. Como consecuencia de
ello, los emires y califas de Córdoba, cuyas madres y abuelas eran asturianas o
vascas, eran genéticamente norhispanos. De hecho, el califa Abderramán III
tenía la tez pálida y los ojos claros, y solía teñir de color moreno su larga
cabellera rubia. Paradójicamente Mauregato (y tal vez también Silo), nació de
madre musulmana (bereber).
Beato se vio directamente involucrado en la querella
adopcionista, en el seno de la cual combatió con fuerza a Elipando, obispo de
Toledo. Los adopcionistas defendían que Jesucristo nació hombre y que sólo tras
su muerte y resurrección fue adoptado por el Padre y adquirió la cualidad
divina. El adopcionismo tenía raíces en el arrianismo, que negaba la divinidad
de Cristo, y en el paganismo grecorromano, donde existían algunos ejemplos de
héroes como Hércules que después de su muerte alcanzaron la apoteosis. No han
de descartarse asimismo influencias musulmanas en el surgimiento del
adopcionismo, pues Elipando fue impuesto en su cargo por las autoridades
musulmanas, cuya religión negaba la divinidad de Jesús, al que se consideraba
profeta pero no Hijo de Dios. Sin embargo, la herejía adopcionista fue
combatida por Beato desde su monasterio de Santo Toribio de Liébana, al par que
defendió la independencia de la iglesia asturiana frente a la toledana y
estrechó lazos con Roma y el Imperio Carolingio: En este sentido, Beato fue
apoyado en su lucha contra la iglesia toledana por el Papa así como por Alcuino
de York, estudioso anglosajón afincado en Aquisgrán con el cual cultivó una
gran amistad.
La obra de mayor trascendencia creada por Beato fueron sus
Comentarios al Apocalipsis, que fueron copiados en manuscritos en los siglos
posteriores (denominados usualmente Beatos) y de los que el escritor italiano
Umberto Eco ha llegado a decir: «Sus fastuosas imágenes han dado lugar al mayor
acontecimiento iconográfico de la historia de la humanidad».[34] Beato expone
en ellos una interpretación personal del relato apocalíptico, a la que añade
citas procedentes del Antiguo Testamento y de los Padres de la Iglesia, y todo
ello acompañado por magistrales ilustraciones.
En los Comentarios se da una nueva interpretación a los
símbolos del Apocalipsis: Babilonia ya no representa a la ciudad de Roma, sino
a Córdoba, sede de los emires de Al Ándalus; la Bestia, antiguo símbolo del
Imperio Romano, encarna ahora al invasor islámico que amenazaba con destruir la
cristiandad occidental y que en esa época atribulaba con sus frecuentes razzias
a los territorios del Reino de Asturias.
Citas Célebres:
“El destino no reina sin la complicidad
secreta del instinto y de la voluntad.”
“Los hombres que no perdonan a las mujeres sus
pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.”
“Solamente aquellos espíritus verdaderamente
valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca porque no
está en su naturaleza.”
“Perdonar es no tener demasiado en cuenta las
limitaciones y defectos del otro, no tomarlas demasiado en serio, sino
quitarles importancia, con buen humor, diciendo: ¡sé que tú no eres así!”
“La verdad se corrompe tanto con la mentira
como con el silencio.”
“El que busca la verdad corre el riesgo de
encontrarla.”
“Como todos los soñadores, confundí el
desencanto con la verdad.”
“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto.
La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto
grande.”
"Desechad tristezas y melancolías. La
vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar."
“La casa de un hombre es su castillo”.
“Vivir sin amar no es, propiamente, vivir.”
“Lo que de raíz se aprende nunca del todo se
olvida.”
“El fin es ser feliz. Sólo se consigue
lentamente. Exige una aplicación cotidiana.”
“Quienes esperan cosechar las bondades de la
libertad deben soportar la fatiga de defenderla.”
“No es la recompensa lo que eleva el alma,
sino la labor que le ha valido esa recompensa.”
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